La idea fundamental de la belleza se manifiesta en su presencia. Ella sirve como un ejemplo vivo de la belleza cosida en el tejido de la vida humana y un recordatorio de que el cuerpo humano puede servir como un lienzo en blanco tanto para sentimientos intensos como para un delicado refinamiento.
Uno no puede evitar ver la elegancia inherente de nuestra humanidad compartida en este epítome de la gracia.
Sus ojos tienen una luz misteriosa que invita al espectador a un mundo de introspección. Son como profundos charcos de conocimiento y asombro. Parece estar desafiando a cualquiera que la mire fijamente para resolver los misterios que se esconden en su interior debido a las corrientes de interés y profundidad que fluyen a través de su mirada.